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Esta bacteria convierte la basura en energía

  • Foto del escritor: CCBIO
    CCBIO
  • 15 nov
  • 2 Min. de lectura

En el mundo moderno se genera una gran cantidad de residuos, especialmente orgánicos. Se estima que alrededor de un tercio de todos los alimentos producidos para el consumo humano se desperdician, y que aproximadamente el 46 % de todos los residuos sólidos generados en el mundo son orgánicos. Sin embargo, contamos con algunas maneras de gestionar toda esta basura, y los microbios desempeñan un papel fundamental en estos procesos. En un nuevo estudio, investigadores han analizado cómo una bacteria en particular juega un papel esencial en la conversión de residuos orgánicos, como cáscaras de patata y restos de carne, en gas natural renovable (GNR).


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Este estudio, publicado en Nature Microbiology, se centró en una planta de tratamiento de residuos en Surrey, Columbia Británica. Esta planta gestiona aproximadamente 115.000 toneladas de residuos alimentarios al año.


Las bacterias pueden degradar los residuos alimentarios en compuestos pequeños como aminoácidos, ácidos grasos y azúcares, que luego son utilizados por otros microorganismos. Estos microorganismos convierten dichas moléculas en ácidos orgánicos, como el ácido acético. Posteriormente, otros microorganismos pueden utilizar estos subproductos de ácidos orgánicos para generar metano, que puede refinarse para obtener gas natural renovable (GNR). Se ha demostrado que un microorganismo esencial para este proceso pertenece a la familia Natronincolaceae.


Los residuos orgánicos de alimentos con alto contenido proteico pueden generar amoníaco durante su descomposición, y niveles excesivos de amoníaco pueden detener la producción de metanol, lo que conlleva la acumulación de ácido acético. Los tanques de residuos se acidifican y la producción de gas natural renovable se detiene.

Sin embargo, los microbios identificados en este estudio pueden tolerar estos niveles elevados de amoníaco, lo que les permite mantener la producción de nitrógeno reactivo cuando otros microbios fallan. Estos hallazgos pueden explicar por qué algunos de estos sistemas digestivos comienzan a ralentizarse mientras que otros continúan funcionando incluso en condiciones adversas. Los altos niveles de amoníaco podrían ser beneficiosos para estos microorganismos.


«Las instalaciones municipales dependen en gran medida de estos organismos», afirmó el Dr. Ryan Ziels, profesor asociado de la Universidad de Columbia Británica (UBC) y autor principal del estudio. «Si se acumula ácido acético, hay que vaciar los tanques y volver a llenarlos, un proceso costoso y engorroso». «La conversión de residuos en metano es un proceso cooperativo que involucra a múltiples microbios que interactúan entre sí», añadió el Dr. Steven Hallam, profesor de la UBC y coautor del estudio. «Esta bacteria recién identificada es uno de los actores clave que lo hacen posible».





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